Naciones Unidas – Frente al agravamiento de las crisis ambientales y sociales que enfrenta el planeta, la Universidad de las Naciones Unidas (UNU) advierte que los cambios superficiales ya no son suficientes. En su más reciente informe, titulado “Riesgos de desastres interconectados 2025: Una nueva página”, la institución plantea cinco transformaciones profundas que la humanidad debe emprender para evitar un futuro insostenible.
La primera propuesta es cambiar la manera en que entendemos y gestionamos los residuos. El modelo actual de producción y consumo, basado en extraer, fabricar y desechar, está generando niveles insostenibles de basura. Según la UNU, es urgente adoptar una economía circular que promueva la reutilización, la reparación y la durabilidad de los productos. Recursos clave como el litio y el aluminio, esenciales en tecnologías modernas, podrían agotarse pronto si no se reciclan adecuadamente.
El segundo cambio apunta a restablecer una relación equilibrada con la naturaleza. El informe destaca que el ser humano ha actuado como si estuviera separado del entorno natural, explotándolo sin medida. Esta actitud ha contribuido a la destrucción de hábitats, la pérdida de biodiversidad y el deterioro de ecosistemas esenciales. Como ejemplo, se menciona la modificación artificial de ríos, que aunque busca beneficios económicos, conlleva grandes daños ecológicos.
En tercer lugar, la UNU llama a replantear la responsabilidad global. Las desigualdades en el acceso a los recursos y los impactos del cambio climático son evidentes: mientras los países y sectores más ricos generan la mayoría de las emisiones contaminantes, las comunidades más pobres enfrentan las peores consecuencias. El informe denuncia prácticas como la compensación de carbono aplicada por países desarrollados, que a menudo trasladan los impactos ambientales a otras regiones, perpetuando una forma moderna de colonialismo ambiental.
La cuarta transformación sugiere cambiar la forma en que pensamos el futuro. La tendencia a tomar decisiones centradas únicamente en el corto plazo está afectando a las generaciones futuras. Un ejemplo es la gestión de los residuos nucleares, que permanecen activos durante miles de años y se almacenan sin soluciones definitivas, dejando a las próximas generaciones con un problema irresuelto.
Finalmente, la UNU propone redefinir el valor que damos a las cosas. El crecimiento económico ha sido visto como sinónimo de desarrollo, pero esto no ha significado bienestar para todos ni mejora en la salud del planeta. Los bosques, por ejemplo, aportan múltiples beneficios ecológicos, pero siguen siendo destruidos porque las tierras deforestadas se consideran más valiosas desde una lógica puramente económica. El informe destaca modelos alternativos como el Índice de Felicidad Nacional Bruta de Bután, que prioriza el bienestar humano y el equilibrio ecológico sobre el producto interno bruto.
Este llamado de la Universidad de la ONU busca generar una reflexión profunda sobre el rumbo actual del desarrollo humano y fomentar acciones transformadoras que permitan construir un futuro más justo, equitativo y sostenible para todos.